Durante el transcurso de la subida al refugio se pasa del fondo del valle, verde y lleno vida, a las laderas de las montañas, secas y sin vegetación donde el sol pega sin piedad.
Aunque parezca increíble el camino esta lleno de tiendas y chiringuitos donde ofrecen de todo. Nosotros aprovechamos para bebernos un zumo fresquito y quitarnos un poco de calor.
Ya cerca del refugio las temperaturas bajan, empiezan a aparecer los primeros neveros y un viento frío te golpea la cara. Los gigantes del Alto Atlas nos dan la bienvenida.
Una vez en el refugio colocamos nuestras cosas y nos tomamos un descanso. Mañana subiremos al Jbel Toubkal.