pero no había subido nunca a Peña Ubiña!!!
Rápidamente organizamos un plan para que Rosi pudiese normalizar su grave situación: subiríamos a la Peña Ubiña desde Torrebarrio y, de propina, también subiríamos a Peña Ubiña Pequeña.
Salimos por una ancha pista que sale cerca del pilón de Torrebarrio y pronto pudimos contemplar la figura del Pico Ferreirua a nuestras espaldas.
Con un poco más de esfuerzo abandonamos la pista y emprendimos el camino hacia al Ronzón. Desde allí contemplamos Siegalavá, la Tesa, la Mesa, Almagrera...
... y, sobretodo, la inmensa mole de Peña Ubiña sobre nuestras cabezas. Se mascaba la tragedia. Llamamos a mama para despedirnos y reanudamos la marcha que nos llevaría hacia nuestro destino.
Por fin llegamos a la cumbre, después de haber sorteado numerosos peligros: anacondas gigantes, lluvias de meteoritos, etc ( Lo siento chicos, no hay fotos. Es que estábamos muy ocupados como para andar con la cámara... pero vosotros os lo creéis, ¿a qué si?).
En la siguiente foto posamos en la cumbre de Peña Ubiña, orgullosos de nuestra increíble hazaña que cantarán los bardos durante miles de años.
Las vistas son espléndidas: Peña Ubiña Pequeña, los Fontanes, el Siete, los Portillines, Fariñentu, Siegalavá...
Después de unos minutos de contemplación y esparcimiento decidimos proseguir nuestro camino hacia Peña Ubiña Pequeña.
La subida fue muy dura ( y sin oxigeno). En la siguiente foto se puede apreciar nuestra cara de sufrimiento.
Pero la llegada a la cumbre fue apoteósica y fuimos recibido con fanfarrias, hidromiel y Scooby-galletas. Las vistas sobre Babia y Peña Ubiña estaban al nivel del boato de la celebración.
Nota:Durante la escritura de este articulo no se han consumido drogas y ningún animal ha resultado herido.