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martes, 5 de junio de 2012

Balaitus por la Brecha de Latour

El Balaitus nos ha costado un huevo... y no quería decirlo así pero es que es verdad!

Anda que no hemos "echado viajes paquí y pallá"... Como cuando subimos al Frondiellas y a la Gran Facha por que con el Balaitus no había manera. O cuando terminamos subiendo a los Infiernos.


Cada vez que vamos al Valle de Tena nos hace mal tiempo y mal tiempo y mal tiempo...
Y es que, como ya decíamos el día del Frondiellas: el tiempo que nos ha hecho siempre en el Valle de Tena es una mierda pinchada en un palo!




Pero bueno, al final todo termina saliendo si se le pone ganas e ilusión... y de eso siempre nos sobra!!! Como dicen los Mojinos Escozios (grandes filosofos donde los haya): "El que la sigue la persigue", así que nosotros a perseguirla.


Empezaremos este escalofriante relato como en Crónica de una muerte anunciada: El día que iban a escalar el Balaitus, las cabritas se levantaron tempranico (igual que en todos los intentos anteriores... no da pereza ni na!) y se asomaron a ver el cielo. Roberto volvió corriendo a la habitación gritando "hoy si, hoy si!", recibiendo las felicitaciones del resto de compañeros de habitación que todavía estaban durmiendo y el tiempo les importaba un pedo.


Durante la noche Juan había soñado que intentábamos el Balaitus y que fracasábamos en el intento. Sandra no sabía interpretar sueños pero tampoco hacía falta por que el sueño estaba muy clarito... sin embargo pasamos por alto los malos augurios por que, aunque subimos, las pasamos un poco canutas para bajar.


Salimos con un día espléndido por el conocido camino que lleva a la Brecha de Latour. Frente a nosotros se alineaba ya Cresta del Diablo.


Y a nuestra espalda Llena Cantal, Musales y los Infiernos.


Un rato después la Brecha de Latour se presentaba, por fin, ante nosotros envuelta en un halo de niebla. Solo faltaba San Pedro al final con un manojo de llaves.


Pasamos por alto, de nuevo, el mal augurio y nos dispusimos a colgarnos los "hierros".


Cuando empezamos con las primeras pendientes ya no quedaba nada de la niebla y corríamos raudos y veloces a encontrarnos con nuestro destino al grito de "marica el último".



Montamos una primera reunión en una repisa, antes de la parte más vertical, y Juan empezó el primer largo de nieve dura.





Al principio la nieve estaba bastante dura, pero un poco más arriba estaba bastante blanda e inestable.

Juan siguió también con el segundo largo. Metió un primer seguro nada más salir de la reunión para evitar la caída de factor 2 y luego... nada. La nieve estaba muy blanda y la pared de la derecha era demasiado lisa, no conseguía meter nada. Y la nieve era cada vez más inestable.

Mucho más arriba estranguló con una alondra la primera de las clavijas (la única que vimos) que sobresalía de la nieve. El segundo seguro en 30 metros antes de dar el delicado paso desde la nieve a la roca.


Un poco más arriba Juan montaba la tercera reunión en una instalación de rápel.




Solo quedaban 50 metros de roca muy fáciles pero con una caída muy mala, así que continuamos encordados hasta el final de la brecha. Sandra siguió de primera y en un periquete estábamos arriba.




Para aquel entonces el tiempo ya empeoraba por momentos, pero Sandra y Juan no querían renunciar a la cumbre que ya quedaba tan cerca e iniciaron un último ataque a velocidad vertiginosa... pero rápidamente cambiaron de idea y siguieron con su característico paso cansino por que ya estaban un poco hechos polvo y, aunque el terreno era fácil, no escaseaban los abismos a su alrededor que acongojaban bastante.

Roberto, por su parte, decidió quedarse al final de la Brecha por que era la hora de la siesta y su madre no le deja saltársela.


Seguimos avanzando por nieve pesada, hundiéndonos continuamente, mientras las nubes seguían arremolinándose sobre nosotros.



Un poco más y... ¡Por fin cumbre!
Estaba totalmente nublado y no se veía nada... pero ya nos daba igual, hasta se nos saltaban las lagrimillas (si ya decíamos que nos había costado).



La tormenta perfecta zumbaba ya sobre nuestras cabezas y nosotros tan contentos... hay que ser mendrugos!!!

¡Como para ver los malos augurios!

Esta vez si, volvimos a la Brecha cagando leches donde Roberto esperaba con una sorpresa: había convertido nuestras flamantes cuerdas en una gran bola de espaguetis (posiblemente para utilizarlas de almohada durante la siesta).

Sandra y Juan le volvieron a felicitar efusivamente y se deshicieron en elogios mientras desenredaban los nudos de las cuerdas durante casi una hora para preparar el rápel.

Cuando terminamos de montar el rápel la tormenta estaba sobre nosotros, la temperatura había bajado mucho y, aunque seguía siendo temprano, nos envolvía la oscuridad. Nuestras chaquetas estaban rígidas como una armadura de hielo.

Juan fue el primero que se descolgó hacia esa enorme boca blanca que parecía querer tragarnos. La cuerda estaba rígida también y se enredaba continuamente en las piedras. El tiempo parecía no transcurrir mientras Juan subía y bajaba para deshacer los enredos mientras Roberto y Sandra tiritaban de frío.


Cada rápel era un nuevo esfuerzo y, a pesar del frío, nos teníamos que quitar los guantes continuamente para rehacer los nudos.


Finalmente llegamos al pie de la brecha, después de pasar muchas calamidades, y resoplamos con alivió. Todavía nos quedaba un largo camino hasta Respomuso pero, por fin, habíamos subido el Balaitus... y habíamos bajado para contarlo.

jueves, 11 de agosto de 2011

Frondiellas... Y mañana mejor!

Todo empezó la noche anterior. La previsión del tiempo que colgaba en el tablón del refugio de Respomuso no presagiaba nada bueno para el día siguiente. La idea era subir el Balaitous pero lo cosa no pintaba nada bien.

Estuvimos hablando con Ursi sobre la posibilidad pero no nos mostramos muy animados. Fue entonces cuando pronunció su famosa frase:

- ¿y por que no?
- Pues por que parece que el tiempo va a ser muy malo
- Hoy el día ha sido cojonudo - y mientras miraba su higrómetro continuó - y mañana mejor!




Y nosotros qué, como casi todo el mundo, a veces nos creemos lo que queremos creernos salimos corriendo al saco para madrugar mucho al día siguiente.

La mañana amaneció muy nublada, pero nuestra fé seguía firme así que cargamos con todos los trastos y marchamos tan contentos.




Después de un rato andando era evidente que el día iba a ser una mierda pinchada en un palo... y los chistes sobre la famosa coletilla de "y mañana mejor!" se sucedían continuamente.




En un momento dado decidimos cambiar el plan y tirar para el Frondiellas ...que con el tiempo que hacía no era ningún paseo tampoco. Nuestra fé en la habilidad de Ursi para predecir el tiempo se había roto definitivamente pero la ilusión seguía intacta.

El resto del camino hacia Frondiellas no podríamos describirlo muy bien, avanzamos a punta de brújula hasta encontrar un corredor a la derecha de un espolón y desde allí subimos hasta la máxima altura: un montón de piedras donde nuestro altímetro marcaba 3.055 m. No se veía "ná" y el viento amenazaba con tirarnos corredor abajo.




Nos apuntamos el Frondiellas Central aunque en realidad nadie estaba muy seguro de que esa fuese su cumbre y, sin ningún remordimiento, emprendimos el camino de vuelta.

De regreso en el refugio de Repomuso nos cruzamos con Ursi, calados como pollos. En ningún momento se le ocurrió preguntarnos si habíamos hecho cumbre en el Balaitous o no... bastante bien sabía que no. Lo que posiblemente no sabía es que igualmente le estábamos agradecidos por animarnos a intentarlo de todos modos en unos tiempos en los que casi nadie se "moja" a la hora de dar consejos a los demás en el mundo de la montaña. Y es que como dice él mismo "los tiempos de ahora no son como los de antes, antes si que había que echarle valor". Y nosotros no podemos estar más de acuerdo.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Gran Facha

El año pasado volvimos al Valle de Tena para intentar el Balaitous... algo que se esta convirtiendo en una costumbre. Y, como de costumbre, no lo hicimos.

El tiempo fue bastante malo así que aprovechamos para hacer la Gran Facha que, sin estar exento de dificultades, es mucho más sencillo.

El día empezó raro: a Roberto se le olvidó el casco en el refugio e intentó ponerse los crampones del revés. Pero el ambiente era majestuoso ( como siempre en el entorno de Respomuso) e intentamos aprovechar el día.







Finalmente llegamos al collado de la Facha, no sin antes hundirnos y maldecir en la nieve blanda. Desde allí emprendimos el delicado ascenso por la arista de la Gran Facha.







La arista no es complicada y se pueden evitar la mayoría de las dificultades. Pero si tuvimos alguna trepada obligada bastante resbaladiza y sospecho que la niebla no nos permitió ver las generosas caídas sobre la vertiente francesa.

Ya en la cumbre, nos esperaba una estatua de la Virgen de Lourdes con una inscripción: "En recuerdo de los fallecidos en montaña".








miércoles, 26 de mayo de 2010

Posets invernal

El sol empezaba a asomar timidamente cuando salimos del refugio Angel Orus. Las nubes cerraban el valle por el norte y llovía ligeramente. Cuando entornamos la puerta del refugio dejamos atrás el bullicio que había dentro, personas subiendo y bajando, preparando el material... unos minutos más tarde un silencio pesado lo envolvía todo.



Nuestros primeros pasos fueron encaminados a superar las laderas del Forcau para remontar el Vall de Llardaneta. Enseguida tuvimos los primeros problemas. A esas horas la nieve debía de estar helada pero a pocos metros del refugio ya nos hundíamos hasta las rodillas. La temperatura era demasiado alta para ser invierno.

Mientras nos cambiabamos los crampones por raquetas de mala gana vimos aparecer un grupo de personas más arriba, bajando hacia nosotros. Sandra miró el reloj extrañada: las siete menos cuarto.

Cuando estuvieron un poco más cerca los reconocimos, eran un grupo de montañeros vascos con los que habíamos hablando el día anterior, durante la aproximación al Angel Orus.

- ¿Ya volvéis?
- Si - contestaron mientras terminaban de acercarse
- Esta imposible, hemos salido a las cuatro de la mañana y la nieve ya estaba casi como ahora, muy blanda
- ¿Más arriba también esta así?
- Si, por lo menos hasta el pie de la Canal Fonda. Además no para de llover y nevar
- Y la niebla no deja ver nada...

Antes de irse nos desearon suerte. Cuando nos quedamos solos nos miramos indecisos. Por delante de nosotros no quedaba nadie y no parecía que hubiese muchas posibilidades.
Pero no queríamos pasar todo el día en el refugio y tampoco rendirnos casi antes de empezar así que decidimos seguir... hasta donde llegásemos.



Una penosa marcha por nieve profunda nos llevó a cruzar el Torrente de la Llardaneta y, un poco más tarde, al pie de la Canal Fonda. Desde allí no parecía que el collado de Llardana estuviese muy lejos, aunque sabíamos que se encontraba 400 metros más arriba y que la marcha por la pronunciada pendiente sería todavía más dura. Antes de continuar nos tomamos un descanso para comer y beber algo, resoplamos y reanudamos nuestro camino.







La subida por la Canal Fonda abriendo huella era cada vez más pesada y los relevos al frente del grupo cada vez más frecuentes. Mientras, la niebla se había hecho más espesa y ni siquiera eramos capaces de ver el Diente de Llardana. El collado de Llardana parecía no llegar nunca.






Por fin, con el corazón en la garganta, llegamos al collado. Un fuerte viento nos golpeó la cara mientras dejábamos allí las raquetas.





A partir del collado la nieve estaba más transformada por el viento y, aunque seguía estando blanda en algunos puntos, en otros estaba helada.

Seguimos por la Espalda del Posets sin ver a más de 20 metros por la niebla y zarandeados por el fuerte viento. Ya habíamos decidido que llegaríamos a la cumbre. Ya quedaba muy poco y sin embargo se hacía cada vez más pesado.



Los cortados y precipicios se intuían continuamente entre la niebla. Ese pensamiento nos hacía aferrarnos con más fuerza al piolet cuando el viento nos sacudía.



No vimos la cumbre hasta que no estuvimos muy cerca. Habíamos llegado a un vértice entre las nubes ( 3.375 m, segunda mayor altura del Pirineo), el lugar más impropio en el momento más inoportuno. No hubo bonitas vistas ni tiempo para comer el bocadillo, pocas fotos y ningún abrazo... Pero nos sentimos orgullosos por haber llegado y aliviados por no tener que seguir adelante.



Cansados, empezamos a desandar los pasos que nos había llevado hasta allí.