Fuera lleva todo el día lloviendo y no hay nadie en la calle pero La Brecha esta llena de gente. Todo el mundo habla de lo mismo, hay mucha nieve y acaba de empezar noviembre.
En la barra recogemos las llaves del albergue y pagamos, mañana saldremos muy temprano. Hay un grupo de personas de Madrid que hablan con los paisanos, les dicen que se necesitan más de 11 horas de marcha para llegar al refugio de Goriz... parece algo digno de ser visto y nosotros, después de todo, tendremos todo el día.
Reflexiono, es una pena no vivir más cerca, las escapadas a Pirineos hay que prepararlas con tiempo. Con mucho más tiempo del razonable para poder tener en cuenta la previsión meteorológica. Da igual, ahora solo queremos irnos a dormir, estamos mojados y el viaje desde Azuqueca ha sido largo.
El despertador suena a las 4:00 de la mañana. Una cama nunca es lo suficiente mala a esas horas. Nos levantamos de mala gana y abrimos la ventana. Hoy no subiremos al Monte Perdido. Lo sabíamos antes de abrir la ventana, lo sabíamos incluso antes de llegar a Torla.
Ha llovido durante toda la noche y nuestra ropa aún no se ha secado. La metemos en la maleta y nos ponemos la ropa de montaña. Las mochilas ya están preparadas. En las calles de Torla no hay nadie, igual que la Pradera, desierta.
En pocos minutos estamos sumergidos en la marcha. El sonido de la lluvia resuena dentro de la capucha de nuestras chaquetas.
Nos movemos por inercia. El tiempo desaparece y solo queda el camino por delante.
Las Gradas de Soaso, la Cola de Caballo... no significan nada. La nieve sigue cayendo. Solo seguir adelante tiene sentido.
Tras las clavijas de Soaso nos encontramos con un mundo de fantasmas donde se escoden los sarrios.
El refugio de Goriz es para nosotros el calor.
Cuando llegamos nos acomodamos cerca de la única estufa de leña que calienta el edificio. Tras nosotros, poco a poco, van llegando otros. La tarde será larga.
Hay algo de especial cuando cuando los montañeros se reunen alrededor del fuego. Los más mayores cuentan historias, los más jóvenes escuchan. Forma parte de este mundo y así debe ser.
Al día siguiente volveremos a la Pradera. No tenemos ninguna oportunidad de subir al Monte Perdido. La idea del coche allí aparcado parece lejana. Pertenece a otro mundo, a uno más seco y caliente.
La temperatura es de 0ºC dentro del refugio cuando las luces se apagan.
Buenas noches...