A nuestros pies se encuentra la estrecha y húmeda chimenea por la que vamos a bajar.
Limpia. Sandra, que ha llegado la primera, ya nos lo había advertido. Enfrente los Picos del Fontán.
"Solamente" hemos necesitado cuatro horas de coche y otras tres de aproximación para encontramos otra vez en el punto en el que lo dejamos hace dos meses. El Paso del Siete sigue, tal como lo recodábamos, colgado de la cresta de los Portillines. Pero la chimenea esta limpia, no queda ni rastro del inmenso tobogán de hielo que había en agosto. Era lo que habíamos esperado, septiembre ha sido muy caluroso este año, pero no queríamos dejar nada al azar y nuestras de mochilas cuelgan crampones y piolet.
Para llegar hasta aquí hemos dado el habitual paseo hasta el Ronzón desde Torrebarrio y hemos tenido que rodear Peña Ubiña por el espolón noroeste.
El espolón noroeste de Peña Ubiña es un gigantesco caos de bloques donde es difícil encontrar el camino. El paso esta señalizado con marcas amarillas difíciles de localizar y que acaban de forma brusca cerca del Cuetu Cabras. A partir de aquí seguimos unos hitos que nos llevan hasta el Paso del Siete.
El destrepe por la chimenea es más incómodo de lo esperado. Aunque no es difícil es muy empinada y resbaladizo. Las primeras piedras que nos caen consiguen que nos acordemos del casco... la última piedra, de más de un metro de largo, baja silbando a toda velocidad y rompiéndose en infinidad de piedras más pequeñas. De esta última no nos hubiese salvado ningún casco!!! Sandra se ha refugiado debajo de unos bloques y algo más arriba Juan ha trepado por la pared de la chimenea.
Con el corazón en la garganta todavía llegamos a los Joyos de Cueva Palacios, donde volvemos la vista atrás para ver la cresta de los Portillines y la chimenea que baja del Paso del Siete.
Se nos hace difícil creer que los pastores procedentes de Extremadura bajasen por aquí en la época de la transhumancia. Y después de todas las penalidades que hemos pasado meditamos sobre nuestra habilidad y la de las ovejas de aquella época. Las comparaciones son odiosas.
Nos despedimos mentalmente de nuestras ovejas imaginarias y nos dirigimos al canal del Buey, nuestro penúltimo obstáculo...
A la salida del canal del Buey nos reencontramos con la Babia de forma brusca. Con la misma sorpresa del que se asoma a un balcón y se encuentra ese paisaje por primera vez.
Ahora ya solo nos queda seguir la aérea cresta que une los Picos del Fontán para alcanzar el Fontán Norte. Ya lo tenemos delante.
Desde la cresta observamos la cresta de los Portillines, los Joyos de Cueva Palacios, la chimenea que baja del Paso del Siete. Muy abajo.
Desde la cumbre toda la Cordillera Cantábrica a la vista, Somiedo.
Embalse de los Barrios de Luna
Picos de Europa
Más cerca se encuentra el Prau y la norte de la Peña Ubiña.
Y más cerca todavía el vacío sobre los Joyos de Cueva Palacios...
Después del merecido descanso nos dirigimos al Prau donde también hacemos cumbre.
La bajada por la pedrera, como de costumbre, horrible. Pero las vistas del macizo merecen la pena.